sábado, 26 de marzo de 2016

Cartas

John Keats, retratado por William Hilton.

A George y Georgiana Keats
Miércoles 14 a sábado 31 de octubre 1818

Mi querido George:
Pronto os escribiré de las ideas que por ahora tengo de cómo he de pasar mi vida. En este momento, en que Tom está tan enfermo y débil, no puedo pensar en esas cosas. A pesar de vuestra felicidad y de vuestros consejos espero que nunca me casaré. Aunque después de un viaje o un paseo estuviera esperándome la más hermosa de las criaturas, aunque los tapices fueran de seda, las cortinas de nubes matinales, las sillas y el sofá estuvieran rellenos de plumas de cisne, los alimentos fueran maná, el vino mejor que el clarete, y la ventana se abriera sobre el Winandermere, no creo que sintiese lo que ahora siento, o, mejor dicho, no creo que mi felicidad fuese tan hermosa como es ahora sublime mi soledad. En lugar de lo que os he descrito, quien ahora me espera en casa para darme la bienvenida es la sublimidad. Mi esposa es la borrasca rugiente, y mis hijos son las estrellas que veo a través del cristal de mi ventana. La idea abstracta que tengo de la belleza de todas las cosas es tan poderosa que apaga la felicidad doméstica más dividida y pequeñita; yo considero que parte de esa belleza son una esposa agradable y unos niños deliciosos, pero necesito miles de esas partículas para llenar mi corazón. Cada día voy sintiendo más que, a medida que mi imaginación se enriquece, no sólo vivo en este mundo, sino en miles de mundos. Tan pronto como me encuentro solo, figuras de grandeza épica me rodean, y sirven a mi espíritu como la guardia del rey a la Majestad; pero después «pasa, arrastrándolas trás de sí, la tragedia con su mortaja coronada».(1)
Según mi estado de ánimo estoy con Aquiles gritando en las trincheras, o con Teócrito en los valles sicilianos.O me convierto de cuerpo y alma en Troilo, y, repitiendo estas líneas, «ando de un lado a otro por las riberas de la laguna Estigia como un alma perdida que espera la travesía»(2) y así me diluyo en el aire con una voluptuosidad tan delicada que me siento feliz en mi soledad. 

1. Milton, Il Penseroso, II, 97-98.
2. Troilo y Cresida. Act. III, esc. ii, 8-10.

Traducción de Concepción Vázquez de Castro

Cartas
John Keats (1795-1821)

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