miércoles, 24 de mayo de 2017

Fábulas

Platanus orientalis. Ilustración de Pierre Belon.

Los caminantes y el plátano

Unos caminantes en verano, al mediodía, agotados de calor, vieron un plátano, fueron a refugiarse bajo él y tumbados a su sombra se reponían. Después de levantar la vista hacia el plátano, se dijeron uno al otro: «Qué inútil y estéril es este árbol para los hombres». El plátano respondiendo dijo: «Ingratos, aún estáis disfrutando de mi servicio y me tratáis de inútil y estéril». 
Así, también entre los hombres algunos son tan desagradecidos que aun beneficiando a sus vecinos, su bondad no obtiene crédito.

Las zorras en el río Meandro

Un día las zorras se congregaron a orillas del Meandro con la intención de beber de sus aguas. Pero como el agua se arrastraba con un fuerte fragor, trataban de animarse unas a otras sin atreverse a entrar. Entonces una de ellas tomó la palabra para hacer de menos a las demás y burlarse de su cobardía, ella, dándoselas de valiente, saltó al agua. La corriente la arrastró al centro y las otras, apostadas en la orilla del río, le dijeron: «No nos dejes, vuélvete para señalarnos el paso por donde podamos beber sin peligro». Pero aquélla, arrastrada por la corriente, dijo: «Tengo un encargo para Mileto y quiero llevarlo allí, a la vuelta os lo señalo».
Va para los que por fanfarronería se meten en un peligro.

Nota:
El río Meandro, hoy Menderes, discurre bordeando el flanco occidental de la meseta de Anatolia. Parte de su cauce es subterráneo. El curso del Meandro es muy accidentado, en su primer tramo corre por un estrecho valle y un profundísimo cañón. El segundo tramo forma un fértil valle que separa las regiones de Lidia y Caria. Ciudades importantes en su orilla eran Tralles y Magnesia. A partir de aquí, su curso es extremadamente sinuoso; el nombre de meandro procede precisamente de esto. Desemboca por Mileto.

Traducción y notas de Pedro Bádenas de la Peña

Fábulas
Esopo

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