miércoles, 23 de agosto de 2017

Del oficio más antiguo del mundo

Henryk Siemiradzki. Friné, 1889. (Detalle).

Otra hetaira, Friné, fue acusada un día de no recuerdo qué delito. Su abogado no encontró mejor medio para defenderla que desnudarla ante el tribunal y preguntar:
«¿Creéis que una mujer tan bella puede cometer delito alguno?».
Los jueces se dejaron convencer y absolvieron a Friné.
Esta cortesana se enriqueció tanto que levantó una estatua de oro macizo a Júpiter con la inscripción: «Gracias a la intemperancia de los griegos».

A su costa hizo reconstruir las murallas de Tebas con la inscripción: «Friné ha rehecho lo que Alejandro había deshecho».
En una oportunidad el célebre escultor Praxíteles le ofreció sus obras para que escogiera la que mejor le pareciese. Dudando de su gusto y confiando en el del escultor, una noche, en una cena, Friné hizo que uno de sus sirvientes gritase despavorido que el taller de  Praxíteles estaba ardiendo. «¡Ay, mi Cupido!», dijo el escultor, y así supo Friné cuál era la mejor obra y la escogió.

Erotismo en la historia (1999)
Carlos Fisas

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