domingo, 1 de octubre de 2017

Los terrores del año mil

Enrique de Gandía. Génesis y esencia del arte medieval.

Una antigua doctrina, divulgada por el obispo Nepos, que había vivido en tiempos del Papa San Dionisio, decía que el mundo terminaría en el año mil. Las horrendas calamidades del siglo IX  parecían confirmar esta creencia. El clero dominaba sobre la humanidad. Nadie se preocupaba de las cosas terrenas. Todos pensaban en el juicio final, en el fuego de ultratumba, y los caminantes enloquecidos se dirigían al valle de Josafat para encontrarse allí cuando sonase la trompeta suprema. Los que sobrevivían a las epidemias y a las guerras hacían lo humanamente posible por salvarse el alma. Los monasterios hallábanse repletos, viéndose obligados a cerrar sus puertas a los incontables pecadores que pedían una casulla y un rincón para orar. Los caminos de peregrinación hormigueaban de peregrinos que iban a postrarse en Santiago, en Roma, en Toulouse, en Jerusalén. Los milagros se repetían asombrosamente. Hasta los pueblos bárbaros, como los eslavos, los húngaros, los polacos y los rusos, que hasta entonces habían permanecido en su gran mayoría infieles, se convertían en masa al cristianismo, acosados por el hambre y por el terror.

Génesis y esencia del arte medieval (1930)
Enrique de Gandía

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