miércoles, 7 de febrero de 2018

Prosas apátridas

Julio Ramón Ribeyro. Prosas apátridas.

Dentro de nosotros hay como una oficina meteorológica que emite cada mañana su parte sentimental: estaremos contentos, sufriremos, cólera al mediodía, etc. Y hacia esa previsión avanzamos temerosos o confiados. Oficina falaz, tan volandera como la que profetiza el clima: la tarde de la que esperábamos tanto júbilo se cubre de pronto de una insoportable tristeza. Pero también cómo alumbra esa noche auguralmente lúgubre la sonrisa de la desconocida.

Un editor francés, comprobando que ha decaído la venta de los clásicos, decide lanzar una nueva colección, pero en la cual los prólogos no serán encomendados a eruditos desconocidos sino a estrellas de la actualidad. Así Brigitte Bardot hará el prefacio de Baudelaire, el ciclista Raymond Poulidor el de Proust y el actor Jean Paul Belmondo, que antes fue boxeador, el de Rimbaud. Belmondo empieza su preámbulo con estas palabras: "Cada vez que leo un poema de Rimbaud siento como un puñetazo en la quijada". Venta asegurada.

Embajadores que han perdido su cargo caminan por la calle con un aire de picapedreros, ministros destituidos parecen la foto amarillenta de su antigua efigie. Hay hombre así que, abandonado el puesto, recaen en la insignificancia. Ello se debe que no tenían otra manera de ser que su función.

Prosas apátridas (1975)
Julio Ramón Ribeyro

No hay comentarios: