martes, 8 de mayo de 2018

La vida oculta

Soledad Puértolas. La vida oculta.

II. Afinidades

25. El escritor a solas

La vida de los escritores que admiramos, la personalidad y el carácter del autor de las novelas, siempre está envuelta en el misterio. ¿Qué pensaban de sí mismos, qué importancia concedían a su vocación, hasta qué punto se retrataron en sus personajes?
¿Cómo acceder al mundo interior de los escritores cuando, precisamente, quien escoge la novela como medio de expresión se propone, en buena medida, huir de sí mismo? Ciertamente, queda reflejado en sus personajes, pero a la vez, y por paradójico que pueda parecer, éstos son tanto más verdaderos cuanta más vida propia sean capaces de adquirir. La frase «Madame Bobary soy yo» es verdad. Todo lo verdad que pueda ser una mentira. Emma Bobary es Flaubert, o todo lo que Flaubert nunca hubiera podido ser. Los personajes no son mera prolongación de la personalidad del escritor sino, por el contrario, muchas veces se crean a partir de las negaciones y carencias del escritor, de sus necesidades y sueños, de sus ambiciones y obsesiones. El escritor se disfraza en la literatura, se oculta. Como decía Pavese «desaparece en su obra».
Y ésta es, indiscutiblemente, una de las grandes satisfacciones del escritor: desaparecer en la obra. La misteriosa naturaleza del acto de la creación parece facilitarle la tarea. El personaje creado cobra una vida que al propio autor asombra y, a través de él, de ese desconocido, el novelista sale de sí mismo y alcanza una extraña comunicación con el mundo. Pero el acto de crear, misterioso e íntimo, permanece en la oscuridad, detrás de la obra. Pertenece a la vida del escritor, no a su literatura.

La vida oculta (1993)
Soledad Puértolas

No hay comentarios: