domingo, 20 de enero de 2019

Tempestad sobre el Aconcagua

Tibor Sekelj. Tempestad sobre el Aconcagua.

Plaza de Mulas 

En cuanto al padre Gil, él se preparaba para decir la misa —era el domingo por la mañana— la misa celebrada hasta ahora en el lugar más alto de la República. Afirmo esto, porque, a pesar de que el padre Kastelic había celebrado una misa en Plaza de Mulas, en el año 1940, él lo hizo frente a la entrada del campamento mientras que la actual fue celebrada sobre la colina en la cual está colocada la cruz y que domina el campamento desde unos 30 metros de altura.
Después de la misa, el padre Gil tomó algunas fotografías y bajó hasta la cocina en animada charla con nosotros. Generalmente, era él quien mejor se sentía entre los tres visitantes y, antes de irse nos expresó sus vivos deseos de quedarse entre nosotros y su sentimiento de no poder hacerlo por querer volver con sus compañeros de viaje.
Almorzamos y, luego, los visitantes se aprontaron para otra cabalgata de ocho horas, hasta Puente del Inca. Nos despedimos de ellos y los acompañamos con la vista desde una colina, durante un largo rato, hasta que se perdieron entre las quebradas del valle Horcones.
Los visitantes nos dejaron unos diarios mendocinos de aquel mismo sábado en que ellos llegaron. Ha sido seguramente la primera vez que un diario del mismo día llegó a ese lugar. Nosotros nos alegramos con los diarios y nos pusimos a leerlos. Pero ninguno de nosotros llegó a terminar la lectura de un solo artículo. Es que en esas alturas, rodeados de la imponencia de los majestuosos cerros bordeados de blancura nívea, los problemas cotidianos del mundo parecen muy pequeños, muy insignificantes y también muy lejos de nosotros. Un diario en medio de la sublime majestuosidad de la naturaleza parece casi un sacrilegio o, cuando menos, un objeto sin valor, si no se tiene en cuenta la posibilidad de utilizarlo para prender fuego o envolver algo con él.

Tempestad sobre el Aconcagua (1944)
Tibor Sekelj

No hay comentarios: