Hans Hoffmann. Erizo.
mostrándole los cuernos:
no los tiene.
Ni tampoco morderle:
son sus dientes
pacíficos, hervíboros.
Carece de aguijones, de sustancias
que inocular: su cuerpo
no produce venenos.
Ni puede refugiarse en la manada:
vive con su familia nada más, cuida de ella.
Ni siquiera la huida le es posible:
mal corredor, lentísimo, torpón,
lo atrapan de inmediato.
Así que si se siente
atacado, el erizo
se aovilla
y despliega sus púas.
Es su única defensa.
Pues aún hay quien le acusa
de agresivo.
Corazón independiente (1998)
Jesús Munárriz
2 comentarios:
Pobre animalillo, se protege como puede y aun tiene que cargar con el sambenito de "agresivo"
Saludos
Francesc Cornadó
Tienes toda la razón. Sucede mucho en la vida real.
Un fuerte abrazo, amigo Francesc Cornadó
Publicar un comentario