domingo, 24 de noviembre de 2019

Prosas apátridas

Julio Ramón Ribeyro. Prosas apátridas. 

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No creo que para escribir sea necesario ir a buscar aventuras. La vida, nuestra vida, es la única, la más grande aventura. El empapelado de un muro que vimos en nuestra infancia, un árbol al atardecer, el vuelo de un pájaro, aquel rostro que nos sorprendió en el tranvía, pueden ser más importantes para nosotros que los grandes hechos del mundo. Quizás cuando hayamos olvidado una revolución, una epidemia o nuestros peores avatares, quede en nosotros el recuerdo del muro, del árbol. del pájaro o del rostro. Y si quedan, es porque algo los hacía memorables, algo había en ellos de imperecedero, y el arte sólo se alimenta de aquello que sigue vibrando en nuestra memoria.

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Aún no has terminado de celebrar la primavera y ya ha llegado el invierno. Quedarás tú, como tus libros, lleno de erratas, nadie te comprenderá. ¡Ah, como no fueras uno de esos pueblos solares, ígneos, cercados por la arena, inmóviles, eternos bajo la canícula!

200

La única manera de continuar en vida es manteniendo templada la cuerda de nuestro espíritu, tenso el arco, apuntando hacia el futuro.

Prosas apátridas (1975)
Julio Ramón Ribeyro

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