jueves, 5 de diciembre de 2019

La Nave

Tomás Salvador. La Nave.

G-XXIII: 01

Debo anotar, porque es Ley, que en la Nave habitan setecientos cuarenta y ocho hombres, mujeres y niños de la clase superior, quinientos vigilantes y doscientos cincuenta servidores; todos ocupando las cubiertas y cámaras superiores. No puedo testimoniar cuántos habitantes tienen las cubiertas inferiores y oscuras porque desde hace siete generaciones hemos perdido el control sobre los wit, y nuestros guardianes deben montar vigilancia en los pasillos fronteras para evitar su invasión. Cierto número de ellos, cuatrocientos adultos, machos y hembras, trabajan en nuestras factorías y jardines; pero el número total de sus varones, mujeres e hijos nos es desconocido, ya que nunca abandonan sus cuevas de acero. Se supone que su número es superior al nuestro, porque ellos no conocen nuestra ley de hijos limitados y es notorio que en sus cámaras y rampas se entregan a orgías desenfrenadas y prácticas abominables. Aunque de derecho reconocen nuestra superioridad, de hecho están en rebeldía. Constituyen un problema inquietante, y ahora habré de estudiar mejor sus características.
Debo testimoniar que la Nave continúa igual que siempre, con sus ocultas vibraciones, con sus ventiladores renovando el aire, sus granjas hidropónicas cultivando los aminoácidos, la clorofila y las féculas de nuestro alimento vegetal, lo mismo que la célula cancerosa llamada «La Carne» sigue reproduciendo el tejido conectivo llamado proteína de nuestro alimento graso.
Debo testimoniar que las Leyes se siguen cumpliendo y que todos nosotros —con la posible excepción de los wit— obedecemos las normas que desde hace mucho tiempo constituyen el cuerpo social de nuestra organización, sin que sepamos quiénes las dictaron y cuál es su utilidad.
Debo testimoniar, en fin, que seguimos en la Nave. Ignoro desde cuándo y hasta cuándo, si bien es cierto que existen algunas tradiciones cuya verdad absoluta nunca hemos comprobado. No quiero anotar teorías confusas, en esta hora de responsabilidad, y por lo tanto inscribo, sencillamente, que la generación XXIII vive en este cuerpo autárquico llamado Nave.

La Nave (1959)
Tomás Salvador

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