martes, 21 de abril de 2020

Prosas apátridas

Julio Ramón Ribeyro en su casa de París. Foto: Archivo familiar.

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Las palabras que callamos eran las que deberíamos haber pronunciado. Los gestos que guardamos por pudor eran los que deberíamos haber cumplido. Los actos que nos parecieron triviales eran los que se esperaba de nosotros. Otros los hicieron en nuestro lugar. Paguemos ahora las consecuencias.

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Para llegar adonde debes llegar elige las calles por donde no sople el helado viento del norte. Pero sólo las calles que conducen a ese lugar están barridas por el helado viento del norte.

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La carta que aguardamos con más impaciencia es la que nunca llega. No hacemos otra cosa en nuestra vida que esperarla. Y no nos llega, no porque se haya extraviado o destruido, sino sencillamente porque nunca fue escrita.

Prosas apátridas (1975)
Julio Ramón Ribeyro

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