sábado, 26 de diciembre de 2020

Sobre la tierra no hay medida

Dr. Alt. Volcán Paricutín, 1943.

Aparato para una demostración evidente
Uno

Sea una isla con un volcán. El volcán hace erupción: rayas de lumbre, chorros ígneos, coronas de fumarolas alcalinas, penachos de humo grueso, flujos de lava disparados a trescientos kilómetros por hora, como en una pintura del Dr. Alt. La erupción del volcán reorganiza el paisaje existente. Crea islas, islas de piedra entre la vegetación, kaipukas entre la devastación del desierto de lava. La lava crea montañas, nuevas topografías, mezclas con fragmentos de paisajes. Provoca nuevas líneas de evolución donde el factor de versatilidad pesa más que la competencia, evoluciones a-paralelas, rompe las continuidades, incuba especies cuyo linaje es el aislamiento; da espacio a migraciones infinitesimales por entre las grietas de las estructuras de lava, da espacio a la fauna cavernícola, a la fauna intersticial que vive entre los granos de arena. En esas estructuras emergen islas de noche permanente, de aislamiento profundo, ecosistemas cerrados. La evolución no tiene origen pero los animales y las plantas de esas islas pueden ser descendientes de fuertes precursores o de viajeros de viajes no tripulados: la deriva de un coco por el océano, el secuestro de unos periquitos por los vientos de un huracán.

Sobre la tierra no hay medida. Una morfología de los espacios (2008)
Salvador Gallardo Cabrera

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