miércoles, 24 de febrero de 2021

Vía férrea

Fernando Sáenz Pedrosa. La estación.

I

Llevo desde el final de la guerra siguiendo el mismo itinerario: un recorrido largo y tortuoso que se extiende desde Nápoles hasta el frío norte, una línea de trenes regionales, tranvías, taxis y coches de caballos. Las estaciones del año pasan ante mis ojos como un espejismo. Estudié esta ruta sobre mi cuerpo. Ahora conozco cada fonda y cada albergue, cada restaurante y cada cantina, todos los medios de transporte que te conducen a los rincones más remotos. Ahora puedo sentarme en una cantina e imaginarme, por ejemplo, lo que pasa en la lejana Hansen, cómo cae la nieve y cubre suavemente las estrechas callejuelas, el café Antón, donde ya por la mañana temprano sirven panecillos recién hechos, café y mermelada de cereza. Precisamente en esos lugares olvidados de Dios me esperan pequeños placeres que activan mi memoria durante muchos días. Ya he aprendido que los pensamientos, sean lo nobles que sean, pasan como el viento, pero el sabor de un panecillo recién hecho y de la mermelada casera, por no hablar del de un cigarro, permanecen en ti mucho tiempo. Me basta a veces con imaginar el café Antón para apartar de mi mente los malos pensamientos. Los lugares pequeños, remotos, me agradan. Me alejo de las grandes ciudades como de la peste. Las ciudades me producen terror, o peor aún, melancolía.
La gente tiene casas confortables, tiendas y almacenes, pero yo tengo todo el continente. Me siento como en casa en todos los rincones abandonados. Conozco lugares que no se encuentran en ningún mapa, lugares de una sola casa y un solo árbol. Cuando comencé mis viajes me perdía, me confundía, me hundía y esperaba en vano. Hoy con un solo tañido soy liberado del laberinto. Conozco los medios de transporte de pueblo en todos sus entresijos. Qué conductor trabaja el lunes y cuál los días de fiesta. Quién está dispuesto a arriesgarse en una tormenta de nieve y quién es un holgazán sin remedio. En resumen: quién es amigo y quién no. 

Traducción de Raquel García Lozano

Vía férrea (1991)
Aharon Appelfeld

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