Alta, fina, de luto, dolor majestuoso,
se cruzó una mujer. Con un gesto precioso
recogía la blonda que la brisa agitaba.
Y era ágil, noble, con su pierna de escultura.
Yo bebí en el instante, embriagado y crispado,
en su pupila -cielo de tormenta preñado-
placer mortal y a un tiempo fascinante dulzura.
Un relámpago... ¡y noche! Fugitiva beldad
cuya mirada me ha hecho de pronto renacer,
¿no he de volver a verte sino en la eternidad?
¡Lejos, lejos..., o tarde..., cuando no pueda ser!
Pues dónde voy no sabes, ni yo sé adónde huiste,
¡tú, a quien yo hubiera amado, tú, que lo
comprendiste.
A una transeúnte
(Traducción Ángel Lázaro)
Charles Baudelaire
Charles Baudelaire
Charles Baudelaire y sus Flores del Mal, nuestra poesía iniciática junto con los iniciáticos relatos de Poe. Una parte de nuestros orígenes literarios.¡Qué fuerza tiene la poesía de Baudelaire!
ResponderEliminarY qué ideal es volver a ella en estos días ventosos.
O.K., Gavilán
¿Acaso, como bien dices, no llevamos la impronta de Poe y Baudelaire? Vover a ellos es como recordar nuestros días de pañales literarios.
ResponderEliminarMaravillosa la foto y el poema. ¡Chapeau!
ResponderEliminar