La niña sólo tenía cuatro años, sus recuerdos, probablemente, ya se habían desvanecido y su madre, para concienciarle del cambio que les esperaría, la llevó a la cerca de alambre de espino; desde allí, de lejos, le enseñó el tren.
-¿No estás contenta? ese tren nos llevará a casa.
-Y entonces ¿qué pasará?
-Entonces ya estaremos en casa.
-¿Qué significa estar en casa? -preguntó la niña.
-El lugar donde vivíamos antes.
-¿Y qué hay allí?
-¿Te acuerdas todavía de tu osito? Quizás encontremos también tus muñecas.
-Mamá, ¿en casa también hay centinelas?
-No, allí no hay.
-Entonces, de allí ¿se podrá escapar?
-¿No estás contenta? ese tren nos llevará a casa.
-Y entonces ¿qué pasará?
-Entonces ya estaremos en casa.
-¿Qué significa estar en casa? -preguntó la niña.
-El lugar donde vivíamos antes.
-¿Y qué hay allí?
-¿Te acuerdas todavía de tu osito? Quizás encontremos también tus muñecas.
-Mamá, ¿en casa también hay centinelas?
-No, allí no hay.
-Entonces, de allí ¿se podrá escapar?
Traducción del húngaro de Judit Gerendas Kiss.
Cuentos de un minuto
István Örkeny
Terrible, Higinio. Habrá sido demoledora para la madre, la pregunta de la niña.
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