Ay, Dios Mío, eso es lo que yo estaba pensando antes de reencontrarte. Es que ya no podía vivir más sin mi amigo, el de la dulce magia y la brillante originalidad, el que ama el arte. Tiempo de dulce y prolongada indolencia veraniega el mío, ay Dios mío, pero yo te echaba de menos y pensaba en que llegaría demasiado tarde... y aquí estabas.
Gracias sean dadas a tu existencia, mi querido Ar Lor. Recibe un gran abrazo.
Ay, Dios Mío, eso es lo que yo estaba pensando antes de reencontrarte. Es que ya no podía vivir más sin mi amigo, el de la dulce magia y la brillante originalidad, el que ama el arte.
ResponderEliminarTiempo de dulce y prolongada indolencia veraniega el mío, ay Dios mío, pero yo te echaba de menos y pensaba en que llegaría demasiado tarde... y aquí estabas.
Gracias sean dadas a tu existencia, mi querido Ar Lor.
Recibe un gran abrazo.
Queridísima Elena, vuelve tu voz de dulce encanto a embriagar mis oídos.
ResponderEliminar(Con permiso de Paris). Un largo beso de sesenta días y sesenta noches.
Nunca es tarde si paramos los relojes a tiempo.
ResponderEliminarAbrazos