Páginas

miércoles, 14 de diciembre de 2022

El cuento de nunca acabar

Carmen Martín Gaite. El cuento de nunca acabar.

IV
Río revuelto

El preámbulo

Lo mismo para contar que para tirarle de la lengua a otro, no se puede ir en plan de «aquí te pillo, aquí te mato», sino poquito a poquito. Eugenio me ha contado que en Pobladura de Aliste, cuando andaban tratando de sonsacarle a la gente de allí cuentos de la región, Cortés, que había hecho estudios de dialectología por aquella zona, les advirtió: «Que no lo noten. Tenéis que meterlos en esas preguntas con preámbulo».

Lo fugaz

Ninguna conversación buena, de esas que surgen al salto y sin la amenaza del reloj por delante, se puede repetir.
Cuanto más improvisadas, más asombran por su rigor, más necesarias. Parece como si no hubieran podido producirse de otra manera más que de aquella. 

Letreros

Hay muchas veces que lo que se va a vivir ya se decide de antemano que será excitante o divertido y se cuenta uno a sí mismo ese cuento de la diversión, le pone el letrero antes de vivirlo. Por eso vienen las decepciones. No hay nada más contraproducente.

El cuento de nunca acabar (1983)
Carmen Martín Gaite 

No hay comentarios:

Publicar un comentario