jueves, 31 de enero de 2008

Días de ocio en el Yann

Lord Dunsany

Así bajé a través del bosque hasta la rivera del Yann y encontré, como había sido profetizado, al barco Pájaro del Río a punto de soltar amarras.El capitán estaba sentado de piernas cruzadas sobre la blanca cubierta, a su lado la cimitarra dentro de su vaina enjoyada, y los marineros afanados en desplegar las ágiles velas para dirigir el barco hacia el centro de la corriente del Yann, cantando durante todo el tiempo dulces canciones antiguas. Y el viento fresco del atardecer, que desciende desde los ventisqueros donde tienen sus moradas montañosas los dioses distantes, llegó súbitamente, como las buenas nuevas a una ciudad ansiosa, a las velas con forma de alas.

Y así llegamos a la corriente central, donde los marineros bajaron las grandes velas. Pero yo había ido a dar mis reverencias al capitán, y a consultarle acerca de los milagros y apariciones de los más sagrados dioses entre los hombres, cualquiera fuera la tierra de su procedencia. Y el capitán respondió que venía de la lejana Belzoond, y que adoraba a los dioses más pequeños y humildes, aquellos que rara vez enviaban la hambruna o el trueno y que eran fácilmente aplacados con pequeñas batallas. Y yo le conté que venía de Irlanda, que está ubicada en Europa, ante lo cual el capitán y sus marineros rieron porque, dijeron, "No hay lugares como ese en todo el País del Sueño". Cuando acabaron de burlarse de mí, les expliqué que mi imaginación moraba principalmente en el desierto de Cuppar-Nombo, en una hermosa ciudad llamada Golthoth la Maldita, que era custodiada completamente por los lobos y sus sombras, y que ha estado deshabitada por años y años debido a una maldición dicha en la ira de los dioses y que desde entonces no han podido revocar. Y algunas veces mis sueños me llevaban tan lejos, hasta Pungar Vees, la ciudad de los muros rojos donde se encuentran los manantiales, la que comercia con Isles y Thul. Cuando dije esto me felicitaron por la morada de mis sueños, diciendo que, aunque ellos jamás han visto dichas ciudades, lugares como esos pueden bien ser imaginados. Durante el resto de la velada negocié con el capitán la suma que debería pagarle por el viaje, si Dios y la marea del Yann, nos llevaban a salvo hasta los arrecifes junto al mar, llamados Bar-Wul-Yann, la Puerta del Yann.

Días de ocio en el Yann
Lord Dunsany

1 comentario:

Higinio dijo...

La ciudad de Perdondaris es uno de esos lugares donde me gustaría ir algún día.Allí tienen al tiempo maniatado.Y es una ciudad llena de maravillas.En el mismo cuento Dunsany escribe: "mas al llegar a la otra murallla de la ciudad vi de repente una inmensa puerta de marfil.Me detuve un momento a admirarla, y acercándome percibí la espantosa verdad.¡La puerta estaba tallada de una sola pieza!
Huí precipitadamente y bajé al barco, y en tanto que corría creí oir a lo lejos, en los montes que dejaba a mi espalda, el pisar del espantoso animal que había segregado aquella masa de marfil, el cual, tal vez entonces, buscaba su otro colmillo".