Mostrando entradas con la etiqueta Francisco Brines. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Francisco Brines. Mostrar todas las entradas

sábado, 26 de marzo de 2022

Insistencias en Luzbel

Francisco Brines. Insistencias en Luzbel.


 Luzbel

Descifremos el mito:
el Ángel es la nada;
Dios, el engaño.
Luzbel es el olvido.

Definición de la nada

No se trata de un hueco, que es carencia,
ni del reverso de la luz;
pues todo lo que niega constituye.
Tampoco del silencio, que aunque no es supresión,
difunde en un sinfín naturaleza extensa.
Porque hablamos desde este fiel engaño de la ficción de la palabra
podemos enunciar esta pausa solemne:
no se trata de la existencia cierta del concepto de Dios como Imposible.
Ni siquiera es tampoco la previa negación de alguna insuficiencia.

Lo pensáis como un frío, más esa es vuestra carne.
No afirma y nada niega su firme coherencia.

Los sinónimos

Más allá de la luz está la sombra,
y detrás de la sombra no habrá luz
ni sombra. Ni sonidos, ni silencio.
Llámalo eternidad, o Dios, o infierno.
O no le llames nada.
Como si nada hubiera sucedido.

Insistencias en Luzbel (1977)
Francisco Brines

Insistencias en Luzbel

Francisco Brines. Insistencias en Luzbel.


 Luzbel

Descifremos el mito:
el Ángel es la nada;
Dios, el engaño.
Luzbel es el olvido.

Definición de la nada

No se trata de un hueco, que es carencia,
ni del reverso de la luz;
pues todo lo que niega constituye.
Tampoco del silencio, que aunque no es supresión,
difunde en un sinfín naturaleza extensa.
Porque hablamos desde este fiel engaño de la ficción de la palabra
podemos enunciar esta pausa solemne:
no se trata de la existencia cierta del concepto de Dios como Imposible.
Ni siquiera es tampoco la previa negación de alguna insuficiencia.

Lo pensáis como un frío, más esa es vuestra carne.
No afirma y nada niega su firme coherencia.

Los sinónimos

Más allá de la luz está la sombra,
y detrás de la sombra no habrá luz
ni sombra. Ni sonidos, ni silencio.
Llámalo eternidad, o Dios, o infierno.
O no le llames nada.
Como si nada hubiera sucedido.

Insistencias en Luzbel (1977)
Francisco Brines

miércoles, 24 de febrero de 2021

Los veranos

Paul Kelley. En el mar.

¡Fueron largos y ardientes los veranos!
Estábamos desnudos junto al mar,
y el mar aún más desnudo. Con los ojos,
y en unos cuerpos ágiles, hacíamos
la más dichosa posesión del mundo.

Nos sonaban las voces encendidas de luna,
y era la vida cálida y violenta,
ingratos con el sueño transcurríamos.
El ritmo tan oscuro de las olas
nos abrasaba eternos, y éramos solo tiempo.
Se borraban los astros en el amanecer
y, con la luz que fría regresaba,
furioso y delicado se iniciaba el amor.

Hoy parece un engaño que fuésemos felices
al modo inmerecido de los dioses.
¡Qué extraña y breve fue la juventud!

El otoño de las rosas (1986)
Francisco Brines 

Los veranos

Paul Kelley. En el mar.

¡Fueron largos y ardientes los veranos!
Estábamos desnudos junto al mar,
y el mar aún más desnudo. Con los ojos,
y en unos cuerpos ágiles, hacíamos
la más dichosa posesión del mundo.

Nos sonaban las voces encendidas de luna,
y era la vida cálida y violenta,
ingratos con el sueño transcurríamos.
El ritmo tan oscuro de las olas
nos abrasaba eternos, y éramos solo tiempo.
Se borraban los astros en el amanecer
y, con la luz que fría regresaba,
furioso y delicado se iniciaba el amor.

Hoy parece un engaño que fuésemos felices
al modo inmerecido de los dioses.
¡Qué extraña y breve fue la juventud!

El otoño de las rosas (1986)
Francisco Brines 

viernes, 27 de noviembre de 2020

Selección propia

Francisco Brines. Foto: El Mundo.

La certidumbre de la poesía

Hay muchas maneras de situarse el poeta ante la poesía, y pienso que, en mi caso, mucho tiene que ver la mía con lo que ante ella experimenté en mis años adolescentes. Mis primeros poemas, a pesar de su exagerada mediocridad, me depararon una experiencia mágica; supongo que entonces sólo comparable al uso sexual del cuerpo, si el hallazgo de un tan refinado placer hubiera conllevado la creación de una criatura deseada. Pero esta última experiencia no fue vivida por mí. Así que, situado el muchacho ante el papel en blanco, fluía, como un prodigio el acontecer de las palabras, y tan peregrina acción iba acompañada de un gran placer nunca antes reconocido, con el final resultado de la misteriosa aparición de un cuerpo, a mi parecer, exactísimo. La emoción que allí se me entregaba como ajena, me pertenecía: yo era a la vez la fuente y el sediento.
(fragmento)

Selección propia (1984)
Francisco Brines 

Selección propia

Francisco Brines. Foto: El Mundo.

La certidumbre de la poesía

Hay muchas maneras de situarse el poeta ante la poesía, y pienso que, en mi caso, mucho tiene que ver la mía con lo que ante ella experimenté en mis años adolescentes. Mis primeros poemas, a pesar de su exagerada mediocridad, me depararon una experiencia mágica; supongo que entonces sólo comparable al uso sexual del cuerpo, si el hallazgo de un tan refinado placer hubiera conllevado la creación de una criatura deseada. Pero esta última experiencia no fue vivida por mí. Así que, situado el muchacho ante el papel en blanco, fluía, como un prodigio el acontecer de las palabras, y tan peregrina acción iba acompañada de un gran placer nunca antes reconocido, con el final resultado de la misteriosa aparición de un cuerpo, a mi parecer, exactísimo. La emoción que allí se me entregaba como ajena, me pertenecía: yo era a la vez la fuente y el sediento.
(fragmento)

Selección propia (1984)
Francisco Brines 

lunes, 23 de enero de 2017

Los veranos

Francisco Brines. El otoño de las rosas.

¡Fueron largos y ardientes los veranos!
Estábamos desnudos junto al mar,
y el mar aún más desnudo. Con los ojos,
y en unos cuerpos ágiles, hacíamos
la más dichosa posesión del mundo.

Nos sonaban las voces encendidas de luna,
y era la vida cálida y violenta,
ingratos con el sueño transcurríamos.
El ritmo tan oscuro de las olas
nos abrasaba eternos, y éramos sólo tiempo.
Se borraban los astros en el amanecer
y, con la luz que fría regresaba,
furioso y delicado se iniciaba el amor.

Hoy parece un engaño que fuésemos felices
al modo inmerecido de los dioses.
¡Qué extraña y breve fue la juventud!

El otoño de las rosas (1986)
Francisco Brines

sábado, 4 de junio de 2011

La certidumbre de la poesía

Christian Deberdt. Festival des couleurs.

Ningún lugar que yo haya visitado ha recibido nunca de mí un adiós definitivo. Y siempre me he alejado con el deseo firme de retornar. Como si mi vida no estuviese emplazada. Allí donde he vivido he gozado del mundo, y si en mi mirada hubo hacia él entusiasmo y extrañeza, la experiencia me ha aportado siempre una conciencia más rica y un renovado amor a la vida. Mas cuando en el azar de los poemas he hablado de alguno de aquellos lugares sólo he estado hablando de tiempo, y esas palabras sólo eran la inútil lucha de quien sabe que ha de ser vencido por el olvido.

La certidumbre de la poesía
Francisco Brines

sábado, 19 de junio de 2010

De geografía

Francisco Brines. Fotografía de Jesús Císcar.

Un muro rosa, y un geranio mece,
bajo el azul, su roja flor sedienta,
y trepa una morada buganvilia.
Un vuelo abierto de palomas blancas
llevan la luz del aire a las palmeras.
Si estoy en Marrakech, me sueño en Elca.
Si en Denia estoy, me alejo hasta Essauira.

El otoño de las rosas
Francisco Brines

lunes, 7 de julio de 2008

De geografía

Un muro rosa, y un geranio mece,
bajo el azul, su roja flor sedienta,
y trepa una morada buganvilia.
Un vuelo abierto de palomas blancas
llevan la luz del aire a las palmeras.
Si estoy en Marrakech, me sueño en Elca.
Si en Denia estoy, me alejo hasta Essauira.
El otoño de las rosas
Francisco Brines