"El caballero de Dios""Anduvieron ese día tanto hasta que llegaron a una villa pequeña que estaba a media legua del real de la hueste. Y el caballero Zifar, antes que entrasen en aquella villeta, vio una huerta a un valle muy hermoso y muy grande. Y dijo el caballero: «¡Ay, amigo, qué de grado comería esta noche de aquellos nabos, si hubiese quien me los supiese adobar!». Y llegó con el caballero a una alberguería y dejole y, y fuese para aquella huerta con un saco; y halló la puerta cerrada, y subió sobre; los mejores metía en el saco; y arrancándolos, entró el señor de la huerta, y cuando lo vio fuese para él y díjole: «Ciertas, ladrón malo, vos iréis conmigo preso ante la justicia, y daros han la pena que merecéis porque entrastes por las paredes a hurtar los nabos». «Ay, señor», dijo el ribaldo, «si os dé Dios buena andanza, que lo no hagáis, ca forzado, entré aquí». «¿Y cómo, forzado?», dijo el señor de la huerta. «Señor», dijo el ribaldo, «yo, pasando por aquel camino, hizo un viento torbellino tan fuerte, que me levantó por fuerza de tierra y me echó en esta huerta». «Pues ¿quién arrancó estos nabos?», dijo el señor de la huerta. «Señor», dijo el ribaldo, «el viento era tan recio y tan fuerte que me soliviaba de tierra, y con miedo que me echase en algún mal lugar, trabeme a los nabos y arrancábanse mucho». «Pues ¿quién metió los nabos en este saco?», dijo el señor de la huerta. «Ciertas, señor», dijo el ribaldo, «de eso me maravillo mucho». «Pues tú te maravillas», dijo el señor de la huerta, «bien das a entender que no has en ello culpa. Perdónote esta vegada». «¡Ay, señor!», dijo el ribaldo, «¿y qué mester has perdón al que es sin culpa? Ciertas, mejor haríais en dejarme estos nabos por el lacerio que llevé en arrancarlos, pero que contra mi voluntad, haciéndome el gran viento». «Pláceme», dijo el señor de la huerta, «pues tan bien te defendiste con mentiras apuestas."
Libro del caballero Zifar
(Edición de Joaquín González Muela)
Ferrand Martínez
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