miércoles, 8 de diciembre de 2010

Viajes con Heródoto

Kenro Izu. Egipto. Lugares sagrados.

¿Cómo trabaja Heródoto?
Es un reportero nato: viaja, observa, habla con la gente, escucha sus relatos, para luego apuntar todo lo que ha aprendido o, sencillamente, recordarlo.
¿Cómo viaja? Cuando va por tierra, montando un caballo, un burro o una mula, pero las más de las veces caminando; y por mar, en una barca o, como mucho, una nave.
¿Viaja solo o tiene a su lado un esclavo? No lo sabemos, pero en aquellos tiempos todo aquel que podía permitírselo llevaba consigo uno. El esclavo cargaba con el equipaje, la calabaza para el agua, la bolsa de los víveres, los utensilios para escribir: un rollo de papiro, tablillas de barro, pinceles, buriles, tinta... El esclavo era un compañero de viaje -sus difíciles condiciones nivelaban las diferencias de clase-, infundía ánimo, defendía a su amo, preguntaba por el camino a seguir y por mil cosas más. Nos podemos imaginar que las relaciones entre Heródoto -inquisitivo romántico ávido del conocimiento por el conocimiento, celoso investigador de cosas nada prácticas e innecesarias para la mayoría de la gente- y su esclavo -que, mientras viajan, debe ocuparse de cosas terrenales, cotidianas, prácticas- debían de recordar las de don Quijote y Sancho Panza. Eran una versión griega antigua de la ulterior pareja manchega.
Aparte del esclavo, también se contrataba un guía y un intérprete. De manera que el grupo de Heródoto, además de él mismo, podía contar con al menos tres hombres. Aunque, por lo general, solían engrosar esos grupos otros caminantes que iban en la misma dirección.
En el tórrido clima egipcio es por la mañana cuando mejor se viaja. Los viajeros, pues, se levantan al alba, desayunan (tortas de trigo, higos y queso de oveja, y beben vino rebajado con agua: está permitido tomar alcohol, el islam tardará aún mil años en llegar), y luego se ponen en camino.
El objetivo del viaje: reunir más información acerca de un país, de sus gentes y costumbres o comprobar la veracidad de los datos ya reunidos. Pues Heródoto no se contenta con lo que alguien le ha dicho, sino que intenta comprobarlo todo, contrastar las versiones oídas, formarse una opinión propia.

Traducción del polaco de Agata Orzeszek

Viajes con Heródoto
Ryszard Kapuscinski

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