miércoles, 12 de enero de 2011

Mi día a día

Amos Oz, en el desierto de Dimona, Israel. Foto de Daniel Mordzisnki.. El País.

Me levanto a las cinco de la mañana y paseo por el desierto. Eso me viene bien para mantener cierta distancia frente a la grandilocuencia de algunas palabras (nunca, para siempre, jamás). La mañana la dedico a mi obra literaria, luego hago una siesta y por la tarde me toca batallar por la paz. Escribo a mano, con bolígrafos diferentes (uno azul, otro negro) según sea una novela o un artículo contra el gobierno. Nunca los mezclo.

Escritos
Amos Oz

2 comentarios:

Francesc Cornadó dijo...

El silencio del desierto va muy bien para decidir el color del bolígrafo.

Salud

Francesc Cornadó

Higinio dijo...

Silencio y soledad es lo que ofrece el desierto. Un lugar magnífico para pasear y meditar, con la única preocupación de llevar la cantimplora llena de agua.

Y en cuanto a Amos Oz que siga escribiendo con los dos bolígrafos. Que no olvide ninguno.

Un fuerte abrazo, amigo Francesc Cornadó.