jueves, 26 de enero de 2012

Viaje

Eliot Erwitt. Antgüedades egipcias

Me gustaría tanto visitar los países donde hay manzanas de oro; donde bajo otro cielo existen islas con papagayos, y las cacatúas y las cabras jamás pierden de vista a Robinsón haciéndose una barca; donde el sol ilumina las lejanas ciudades del Oriente, con mezquitas y alminares en medio de jardines de arena, y las preciosas mercancías que vienen de muy cerca o de muy lejos, cuelgan para venderse en el bazar; donde la Gran Muralla cerca a China, y a un lado está el viento del desierto, y al otro con campanas y tambores zumban estrepitosas las ciudades; donde hay selvas ardientes como el fuego, grandes como Inglaterra, y además altísimas, con monos, cocoteros y chozas de los negros cazadores; el cocodrilo de rugosa piel en el Nilo a sus victimas acecha, y alza el vuelo el flamenco color rojo persiguiendo a los peces; en la jungla hay tigres que devoran a los hombres, muy quietos, al acecho y esperando que la presa se acerque, por ejemplo un viajero al que mece el palanquín; donde entre las arenas del desierto hay ciudades desiertas, con sus niños príncipes o mendigos, hechos hombres desde hace mucho tiempo, sin que se oiga en las calles y casas ni un ruido de ratones o niños, y al caer suavemente la noche, en la ciudad ni un destello de luz rompe las sombras. Cuando crezca hasta allí emprenderé el viaje con una caravana de camellos; encenderé la lumbre en las tinieblas de un salón polvoriento, miraré las pinturas que adornan las paredes, guerras, héroes, fiestas; y buscando en un rincón encontraré juguetes de los niños de aquel antiguo Egipto.

Traducción de Carlos Pujol

Jardín de niños y canciones
Robert Louis Stevenson

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