miércoles, 2 de enero de 2013

La idea de Europa

Andreas M. Wiese. El coche rojo.

Las calles, las plazas recorridas a pie por los hombres, mujeres y niños europeos llevan, centenares de veces, nombres de estadistas, militares, poetas, artistas, compositores, científicos y filósofos. Éste es mi tercer parámetro. En mi propia infancia en París tomé, en innumerables ocasiones, la Rue Lafontaine, la Place Victor Hugo, el Pont Henri IV, la Rue Théophile Gautier. Las calles de alrededor de la Sorbona llevan los nombres de los grandes maestros de la escolástica medieval. Commemoran a Descartes y a Augusto Comte. Si Racine tiene su calle, también la tienen Corneille, Molière, Boileau. La infinidad de Goetheplätze (plazas de Goethe) y Schillerstrassen (calles de Schiller), de las plazas que reciben el nombre de Mozart o de Beethoven. El colegial europeo, los hombres y mujeres urbanos habitan literalmente en cámaras de resonancia de los logros históricos, intelectuales, artísticos y científicos. Con gran frecuencia, el rótulo de la calle no sólo lleva el nombre ilustre o especializado sino también las fechas relevantes y una descripción sumaria. Ciudades como París, Milán, Florencia, Frankfurt, Weimar, Viena, Praga o San Petersburgo son crónicas vivientes. Releer los rótulos de sus calles es hojear un pasado presente. Y esta pietas no ha cesado en modo alguno. La Place Saint-Germain se ha convertido en Place Sartre-Beauvoir. Frankfurt acaba de bautizar una Adornoplatz. En Londres, un derroche de placas azules identifica las casas en las que se piensa que han vivido no sólo escritores, artistas o científicos naturales medievales, renacentistas o victorianos, sino también los relacionados con el grupo de Bloomsbury y los modernos.
Obsérvese la diferencia, casi dramática. En Estados Unidos, estos memoranda son escasos. Hasta el infinito, las calles se llaman Pine, Maple, Oak o Willow (Pino, Arce, Roble, Sauce). Los bulevares llevan nombres como Sunset (Crepúsculo), y la más noble de las calles de Boston es conociada como Beacon (Faro). Incluso éstas son concesiones a lo humano. Las avenidas y calles americanas están simplemente numeradas o, en el mejor de los casos, como en Washington, se denominan por su orientación: a su número sigue "Norte" u "Oeste". Los automóviles no tienen tiempo para cavilar si van a la Rue Nerval o a la Explanada de Copérnico.

Traducción de María Condor

La idea de Europa (2005)
George Steiner

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