jueves, 31 de octubre de 2013

Cagliari, 1 de enero de 1900

Renato Casaro.Shalimar.

Seguiré siendo inquebrantablemente la borrachina, la depravada y la escandalosa que atiborra en verano su loca y perdida cabeza con la embriagante inmensidad del desierto, y en otoño con los olivares del Sahel tunecino.
¿Quién me devolverá las noches calladas, los perezosos paseos a caballo a través de las interminables llanuras del Oued Righ y las arenas blancas del Oued Souf? ¿Quién me devolverá la sensación a la vez triste y feliz que invadía mi corazón de total abandono en mis caóticos campamentos, entre mis amigos traídos por el azar, los spahis y los nómadas, que no sospechaban en mí una personalidad tan odiosa, y de la que reniego, con la que la suerte me ha vestido como un adefesio para mi desgracia?
¿Quién me devolverá alguna vez las cabalgadas frenéticas por los montes y los valles del Sahel, cara al viento del otoño, cabalgadas embriagadoras que me hacían perder la noción de la realidad en una suprema borrachera?
En estos momentos, como en todos los momentos de mi vida, sólo tengo un deseo: investirme lo más rápido posible de una personalidad amable que, realmente, es la verdadera, y regresar allá, a África, rehacer otra vez aquella vida... Dormir, en medio del frescor y del silencio profundos, bajo la vertiginosa caída de las estrellas, con el cielo infinito por único techo y por única cama la tierra tibia..., relajarme con la dulce y  triste sensación de mi absoluta soledad, y con la certeza de que, en ningún lugar de este mundo, ningún corazón late por el mío, de que en ningún extremo de la tierra ningún ser humano me llora ni me espera.

Traducción de Adolfo García Ortega

Los diarios de una nómada apasionada
Isabelle Eberhardt

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