domingo, 27 de octubre de 2013

Como una novela

Daniel Pennac. Como una novela.

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Mucho más inconcebible, esta aversión por la lectura, si pertenecemos a una generación, a una época, a un medio, a una familia en la que la tendencia era más bien la de impedirnos leer.
-¡Venga, deja de leer, que te vas a quedar sin vista!
-Más vale que salga a jugar, hace un tiempo estupendo.
-¡Apaga la luz! ¡Es tarde!
Sí, siempre hacía demasiado buen tiempo para leer, y de noche estaba demasiado oscuro.
Fijémonos en que se trata de leer y no leer, el verbo ya era conjugado en imperativo. En el pasado ocurría lo mismo. De manera que leer era un acto subversivo. Al descubrimiento de la novela se añadía la excitación de la desobediencia familiar. ¡Doble esplendor! ¡Oh, el recuerdo de aquellas horas de lecturas clandestinas debajo de las mantas a la luz de la linterna eléctrica! ¡Qué veloz galopaba Ana Karenina hacia su Vronski a aquellas horas de la noche! ¡Ya era hermoso que aquellos dos se amaran, pero que se amaran en contra de la prohibición de leer todavía era más hermoso! Se amaban en contra de papá y mamá, se amaban en contra del deber de mates por terminar, en contra de la "redacción" que entregar, en contra de la habitación por ordenar, se amaban en lugar de sentarse a la mesa, se amaban antes del postre, se preferían al partido de fútbol y a la búsqueda de setas..., se habían elegido y se preferían a todo... ¡Dios mío, qué gran amor!
Y qué corta era la novela.

Traducción de Joaquín Jordá

Como una novela
Daniel Pennac

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