sábado, 16 de noviembre de 2013

El gusto, el placer de leer

Eddie Woods. Muchacha leyendo (1980).

El gusto, el placer de la lectura se viene sintiendo desde la Antigüedad a nuestros días:
Plinio el Joven, en una de sus Cartas, escribe: "Considero dichosos a los que ha sido dado ya el  obrar cosas dignas de escribirse, o el escribir cosas dignas de leerse: mas, reputo dichosísimos a quienes pueden permitirse ambas cosas."
El chino Liu Tang afirma: "La lectura, o el goce de los libros, ha sido considerado siempre entre los encantos de una vida culta y es envidiada por los que le conceden rara vez ese privilegio."
Harum-al-Raschid pronuncia estas palabras que podemos leer en Las mil y una noches: "Cuando nuestra alma no puede gozar de la belleza del  cielo, ni del perfume de los jardines, ni de la vista de las flores no queda más que un remedio: leer, porque el jardín más hermoso es un armario de libros. ¡Un paseo a través de sus estantes es la distracción más dulce y encantadora!
Bastante más cerca en el tiempo, Baltasar Gracián, en El criticón, exclama: "¡Oh, gran gusto el leer!"
El barón de Montesquieu afirmará en sus Pensamientos: "Amar la lectura es trocar horas de hastío por horas deliciosas."
En una de sus Cartas asegura Robert Lowe: "No existe placer tan barato, tan puro y tan remunerador como el goce positivo y cordial que procura el leer."
Y Anthony Trollope escribe en una de sus novelas: "El placer de la lectura es el único que no muere; dura todavía cuando los otros han terminado."

La necesidad y el placer de leer
José Antonio Pérez-Rioja

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