miércoles, 6 de noviembre de 2019

Tántalo

Tántalo. Ilustración de Tableaux du temple des muses. (Wikimedia Commons).

Tántalo

Durante mucho tiempo sufrió Tántalo sus crueles tormentos. Tenía sed y no conseguía beber: en cuanto bajaba la cabeza la tierra absorbía las aguas del lago. Tenía hambre y no conseguía comer: en cuanto estiraba los brazos un viento se llevaba los frutos de los árboles. Al fin tántalo comprendió la inutilidad de todo esfuerzo. Ni bajó la cabeza ni estiró los brazos. Entonces, ya sin las intervenciones de Tántalo, el lago se desbordó e inundó la ciudad y los árboles se enviciaron y quedaron estériles.
Ahora los hombres decían, con rencor:
—Tántalo no debería resignarse a su sed y a su hambre. ¿Por qué no hace algo? Que baje la cabeza y beba, que estire los brazos y coma.

El gato de Cheshire (1965)
Enrique Anderson Imbert

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