miércoles, 23 de septiembre de 2020

Ansiedad por el estatus

 Jean-Baptiste Chardin. Comida para un convaleciente, 1746.

Arte y esnobismo

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Los cuadros también pueden cuestionar la interpretación habitual que tiene el mundo sobre quién o qué es importante.
Jean-Baptiste Chardin pintó su Comida para un convaleciente en 1746. Una mujer vestida con sencillez está de pie en una habitación apenas amueblada, pelando pacientemente un huevo para una persona enferma que no podemos ver. Es un momento cualquiera en la vida de una persona corriente. ¿Por qué pintar algo así? Durante gran parte de la carrera de Chardin sus críticos estuvieron de acuerdo con el tono escéptico de la pregunta. Era un pintor de talento que, misteriosamente, había decidido centrar su atención en barras de pan, platos rotos, cuchillos y tenedores, manzanas y peras, así como en trabajadores o personajes de clase media baja atendiendo a sus ocupaciones en cocinas y salones modestos.
Desde luego, esto no era lo que se suponía que tenía que pintar un gran creador, según las normas artísticas prescritas por la Academia de Pintura Francesa. Desde que Luis XIV la fundara en 1648, la Academia había establecido una jerarquía de géneros pictóricos en función de la importancia de cada uno. En la cima figuraban los de temática histórica: óleos que expresaban la nobleza de la Antigüedad griega y romana, o mostraban alegorías bíblicas de índole moral. Después venían los retratos, sobre todo de reyes y reinas. En tercer lugar figuraban los paisajes y sólo al final aparecían las que con desprecio se denominaban «escenas de género», dedicadas a la vida doméstica del vulgo. La jerarquía artística reflejaba perfectamente la jerarquía social del mundo que existía fuera de los estudios de los artistas, donde era natural considerar que un Rey a caballo inspeccionando sus propiedades era superior a una mujer humildemente vestida pelando un huevo.

Traducción de Jesús Cuéllar

Ansiedad por el estatus (2003)
Alain de Botton  

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