(View of Port Jackson, taken from the South Head. From ''A Voyage to Terra Australis'', by Matthew Flinders)
A Naturalist's Voyage Round the WorldChapter XIXAUSTRALIAJanuary 12th, 1836.—Early in the morning a light air carried us towards the entrance of Port Jackson. Instead of beholding a verdant country, interspersed with fine houses, a straight line of yellowish cliff brought to our minds the coast of Patagonia. A solitary lighthouse, built of white stone, alone told us that we were near a great and populous city. Having entered the harbour, it appears fine and spacious, with cliff-formed shores of horizontally stratified sandstone. The nearly level country is covered with thin scrubby trees, bespeaking the curse of sterility. Proceeding farther inland, the country improves: beautiful villas and nice cottages are here and there scattered along the beach. In the distance stone houses, two and three stories high, and windmills standing on the edge of a bank, pointed out to us the neighbourhood of the capital of Australia.Viaje de un naturalista alrededor del mundoCAPÍTULO XIXAustralia.12 de enero de 1836. Un viento favorable nos empuja casi al rayar el día a la entrada del Puerto Jackson. En lugar de ver un país verdegueante y cubierto de casas hermosas, acantilados amarillentos que se extienden hasta donde alcanza la vista, nos recuerdan las costas de Patagonia. Un faro solitario construido con piedras blancas es lo único que nos indica que nos acercamos a una ciudad populosa. Entramos en el puerto que nos parece grande y espacioso: está cerrado por acantilados de gres estratificado horizontalmente. El país, casi llano, está cubierto de árboles miserables: todo indica la esterilidad. A medida que avanzamos va, sin embargo, mejorando; comienzan a verse algunos hoteles hermosos, algunas fincas bonitas a orillas del mar. Más lejos todavía, casas de piedra de dos y tres pisos y molinos de viento, al extremo de un promontorio, nos indican la proximidad de la capital de Australia.
Viaje de un naturalista alrededor del mundo
(Traducción Manuel Vílchez de Serradel,1906)Charles Darwin
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