martes, 7 de agosto de 2012

Würzburg

Rockwell Kent. Amanecer sobre la montaña Bare (Groenlandia).

En la época tal o cual, es decir, hace algunos años, un día de verano, inicié un viaje a pie, según creo recordar, de Munich a Würburg. Era un jovenzuelo ágil, tonto e inexperto el que así hechó a volar, vale decir yo mismo.

En Munich había conocido bastante bien a varias personalidades literarias de categoría, pero las reuniones artísticas y literarias me habían provocado sensaciones extrañas y opresivas para las que yo no estaba hecho. No sabría decir nada más preciso al respecto; sólo sé una cosa: algo tendía a alejarme de todos los salones donde reinan los refinamientos y disculpas y llevarme hacia el mundo abierto, donde imperan el viento, la intemperie, las palabrotas y los modales indelicados y burdos, además de toda suerte de irreverencias y tosquedades. Siendo yo, como era, joven e impaciente, no lograba soportar aquellos aires de distinguida madurez. Todo comportamiento impecable, perfecto, intachable o elegante sólo me infundía pesar y una especie de temor. ¡Gran Dios todopoderoso y bueno: qué hermoso es caminar en verano por tu cálida, ancha y tranquila tierra, con la sed y el hambre honestamente unidos a todo aquello! Todo tan calmo y luminoso, y el mundo tan vasto.
 
Traducción Juan José del Solar
 
Vida de poeta
Robert Walser

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