jueves, 11 de abril de 2013

Libación mongola

Ilustración de Wang Kewei.

FUE aquí donde lo apresamos. Como combatía bien, le ofrecimos entrar a nuestro servicio: él prefirió servir a su Príncipe en la muerte.

Cortamos sus jarretes: él agitó los brazos para testimoniar su celo. Le cortamos los brazos y aulló de agnegación por Él.

Rajamos su boca de oreja a oreja: hizo señas con los ojos de que permanecía fiel.

Le reventamos los ojos, como se hace con los cobardes; pero, cortando su cabeza con respeto, derramamos el Kumys de los bravos, y esta libación:

Cuando renazcas, Tch'en Huo-chang, haznos el honor de renacer entre nosotros.

Versión de Leopoldo Azancot

Estelas (1912-1914)
Victor Segalen

2 comentarios:

Francesc Cornadó dijo...

Muy buen texto.
Hay barbaries muy elocuentes, otras más sordas, pero todas acaban perfecionándose.
Salud
Francesc Cornadó

Higinio dijo...

Tienes razón. En nuestros días la barbarie de mil rostros distintos está tan perfeccionada que, en ocasiones, ni la percibimos.

Un fuerte abrazo, amigo Francesc Cornadó.