Robert Doisneau. París, 1949.
CIUDAD escondida en su miedo,
nocturno es el día, las horas
abaten campanas quemadas,
un golpe de barro y tiniebla
derriba la luz, nadie sabe,
ninguno recuerda su rostro,
amargan las aguas, el viento...
de piedra es el viento, nos busca,
raíces ardientes nos atan,
furor e inclemencia nos gritan,
qué manos viscosas nos hieren,
huimos de aquí, de nosostros,
y cómo llegar hasta casa
por calles sin nombre y sin tiempo.
Marco Aurelio, 14 (1998)
Enrique Badosa
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