sábado, 4 de abril de 2020

Poética de la creación

Pablo García Baena. Ilustración de Juan María Vargas para "Cuadernos del Sur".

Si la poesía es "el pasado, el presente, el infinito, lo que fue, lo que es y ha de ser siempre", su emoción vagabunda existirá solamente en la medida en que responde a un deseo, a un interior anhelo común; y en todo esto se empareja con el amor y es la imaginación la que va más allá de lo tangible haciéndolos, deseos, anhelos, paradójicamente carnales, corpóreos. El poeta parece tener la llave de un universo donde lunas rojas, músicas increadas, labios fríos al labio, lucen, suenan, rozan, en una naturaleza enriquecida, pero de todos.
Una luz vigila en la noche. Acerquémonos al poeta en el momento de la creación. Sí, lo veo, está solo. Y lo imaginas, como tú tantas veces, bajo la cruda lámpara en altas madrugadas. La noche, auspiciadora de embelecos, iluminada por la llama de amor viva en la noche de los místicos, oscurecida por el capuz de las nubes en la noche lúgubre de los románticos. La noche de sombras de Poe, la noche de amadas inmóviles de Bécquer, la noche que ríe descarada en las tabernas de Catulo, acompaña desde los libros el reducido cuarto. Y nos acordamos, en la indecisión de las líneas escritas sobre el papel blanco, de la cita de Lamartine:
Musa contempla a tu víctima.
Así solitario y rebelde hasta con su propio creador, de tal forma es humano, irá naciendo el poema.

Poética de la creación (2004)
Pablo García Baena

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