viernes, 25 de enero de 2008

El monte Ooyama

El dueño de la posada nos advirtió que el camino hacia la provincia de Dewa no era muy seguro, pues había que cruzar el monte Ooyama, y nos recomendó que contratásemos un guía. Como asintiésemos, él mismo se encargó de conseguirlo y al poco tiempo se presentó con un rollizo joven, daga curva al cinto y en la diestra un grueso bastón de roble. El mocetón marchaba adelante de nosotros. Mientras trotaba a su zaga, me decía: "ahora si de seguro nos acecha un percance ". Según lo había anunciado el posadero, la montaña era abrupta y hostil. Ni el grito de un pájaro atravesaba el silencio ominoso; al caminar bajo los árboles la espesura del follaje era tal que de veras andábamos entre tinieblas; a veces parecía caer tierra desde las nubes. Hollamos matas de bambú enano, vadeamos riachuelos, tropezamos con peñascos y, con el sudor helado en el cuerpo, culebreamos sin parar hasta llegar a la villa de Mogami. Al despedirse, el guía nos dijo sonriendo: "en este camino siempre suceden cosas inesperadas y ha sido una fortuna traerlos hasta aquí sin contratiempos". Aún me dan frío sus palabras.
Sendas de Oku
Matsuo Basho

2 comentarios:

Ulises dijo...

Hoy he leido el siguiente poema de Marianne Craig Moore,que lleva por titulo "Puedo, podría, debo" y me he considerado un tipo con suerte por haberlo leido.El poema es corto,pero su lectura puede llevarnos tiempo de reflexion:

"Si me dices por qué el pantano
parece infranqueable, entonces
te diré por qué pienso que
puedo atravesarlo si lo intento."

Ahora,al leer la nueva entrada de Higinio sobre las "Sendas de Oku",puede considerarme doblemente afortunado.

Higinio dijo...

La traducción de Sendas de Oku es de Octavio Paz, y Eikichi Hayashiya.

De Octavio Paz son esto Haikus

Troncos y paja:
por las rendijas entran
Budas e insectos.

Hecho de aire
entre pinos y rocas
brota el poema.