Detrás de él, en acongojado diapasón, volvía el Albacea a su recuento de responsos, crucero, ofrendas, vestuario, blandones, bayetas y flores, obituario y réquien -y había venido éste de gran uniforme, y había llorado aquél, y había dicho el otro que no éramos nada...- sin que la idea de la muerte acabara de hacerse lúgubre a bordo de aquella barca que cruzaba la bahía bajo un tórrido sol de de media tarde, cuya luz rebrillaba en todas las olas, encandilando por la espuma y la burbuja, quemante bajo el toldo, metido en los ojos, en los poros, intolerable para las manos que buscaban un descanso en las bordas.
"El siglo de las luces"
Alejo Carpentier
2 comentarios:
Un poco de Carpentier, que dedico a Ulises.
Un poco de Carpentier, siempre es mucho.
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