Así que llevaron a nuestro pobre Andreas a la sacristía. Pero, lamentablemente, ya no era capaz de hablar. Tan sólo hizo un gesto como si quisiese introducir la mano en el bolsillo interior de la chaqueta, donde guardaba el dinero que debía a su pequeña acreedora, y murmuró:
-¡Señorita Teresa...!
Así exhaló el último suspiro y murió.
Denos Dios a todos nosotros, bebedores, tan liviana y hermosa muerte.
"La leyenda del santo bebedor"
Joseph Roth
3 comentarios:
"En aquel momento pasó un taxi,y Caroline lo llamó con su paraguas.Musitó una dirección al conductor,y antes de que Andreas se diera cuenta estaba sentado en el taxi junto a Caroline,rodando,no,corriendo -como le parecía a Andreas-por las calles en parte familiares en parte desconocidas,Dios sabe con qué destino"
Joseph Roth
"La leyanda del Santo Bebedor"
(Recuerdo que en el ejemplar que me dejastes tenías subrayado la siguiente frase:"porque simplemente era un milagro,y dentro del milagro no hay nada extraño")
No, dentro de un milagro no hay nada extraño, Ulises, así es.
Lo que "dentro de un milagro no hay nada extraño, es genial.
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