martes, 12 de febrero de 2008

El espejo del mar

Dichoso aquel que, como Ulises, ha hecho un viaje aventurero; y para viajes aventureros no hay como el Mediterráneo, el mar interior que los antiguos encontraban tan inmenso y tan lleno de prodigios. Y, en efecto, era terrrible y maravilloso; pues no somos sino nosotros mismos, regidos por la audacia de nuestras mentes y los estremecimientos de nuestros corazones, los artesanos únicos de cuanto portentoso y novelesco hay en el mundo.
Era a los marineros mediterráneos a quienes sirenas de rubias cabelleras cantaban entre las negras rocas efervescentes de blanca espuma, y a quienes voces misteriosas hablaban en la oscuridad sobre las movedizas olas: voces amenazadoras, seductoras o profecticas, como aquella voz oída en los albores de la era cristiana por el patrón de una nave africana en el Golfo de Sirte, cuyas noches serenas se llenan de extraños murmullos y revolantes sombras. Lo llamó por su nombre, ordenándole que fuera a decir a todos los hombres que el gran dios Pan había muerto. Pero la gran leyenda del Mediterráneo, la leyenda de los cantos tradicionales y la transcendental historia, vive, fascinante e inmortal, en nuestras almas.

Traducción de Javier Marías

El espejo del mar
Joseph Conrad

3 comentarios:

Gavilán dijo...

Ah, las aguas color de vino de la bahía de Hágios Nicolaus, en Creta, atracando al atardecer, Higinio; o aquel amanecer, aproximándonos por mar a las crestas volcánicas semihundidas en las que se erigen los pueblos blancos con sus cúpulas de lapislázuli de la isla de Santorini... Nadié me podrá arrebatar eso.

Ar Lor dijo...

El "vinoso mar" homérico. ¿Quién se lo pudiera beber?

Higinio dijo...

La traducción es de Javier Marías.En cuanto a la voz oída por el patrón de la nave africana nos explica en una nota lo siguiente:" El origen de esta leyenda se encuentra en Plutarco, quién la sitúa en tiempos del emperador Tiberio y frente a las costas de la isla de Paxos".