domingo, 27 de abril de 2008

Canto 49

Para los siete lagos y por ningún hombre escritos fueron estos versos:
lluvia; un río seco; un viaje;
fuego de una nube helada, lluvia espesa en el crepúsculo;
bajo el techo de la cabaña había una linterna.
Los juncos son pesados; se doblan;
y los bambús hablan como si llorasen.
Luna otoñal; los montes se elevan en torno a los lagos
contra el sol poniente.
La noche es como un telón de nubes,
un borrón encima de las ondas; y a su través,
largos y aguzados espinos de cinamomo,
una tonada fría entre los juncos.
Detrás del monte la campana del monje
impulsada por el viento.
La barca pasó por aquí en abril; ha de volver en octubre;
la barca se diluye en plata; lentamente;
el sol luce solo en el río.

Los Cantares

Ezra Pound

1 comentario:

Higinio dijo...

"La poesía inglesa estaba entonces dominada por los "georgianos", insípidos versificadores que cantaban los placeres de la vida campestre desde sus mesas en la ciudad".Cuenta Michael Reck.Y apareció Pound.
En una de sus cartas leemos "No escribas nada, nada que no puedas realmente decir bajo alguna circunstancia, bajo el peso de alguna emoción".