Podrían escribirse muchos libros sobre las bellezas de Anaho. Recuerdo haber despertado a veces a las tres de la madrugada. El aire era cálido y perfumado; la marea rebosaba en la bahía y después se retiraba. La Casco se deslizaba lenta, profunda y silenciosamente. De vez en cuando una polea chirriaba como un pájaro. Sobre el océano el cielo brillaba de estrellas cuyo brillo se reflejaba en las aguas. Mientras miraba en aquella dirección, habría podido cantar con el poeta hawaiano:Ua maomao ka lani, ua kahaea luna,Ua piupi ka maka o ka hoku..."Los cielos resplandecían sobre nuestras cabezas;innumerables eran los ojos de las estrellas"
"El hombre abandonado en la isla"
Robert Louis Stevenson
2 comentarios:
Vuelvo a embarcarme. Llamadme Ismaél, que decía aquél... Espero que alguno se sienta aludido. ¿Acaso no tiene por esos mares alguna ballena que acosar?
Embarcarse y viajar a los mares del Sur y como los isleños "bajo un fascinante cielo sin ayer ni mañana vivir para el presente y el placer".Tal como nos lo cuenta Chamiso.
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