Había una vieja lavadora al borde de la carretera. Blanca sobre el negro del asfalto, saltaba a la vista de cualquiera que pasara en coche por delante esa mañana, pero sólo él se detuvo.Asdrúbal Hernández
¿Una la vadora en medio de la carretera? Esta si que es buena.No es que necesitara precisamente una vieja lavadora, ni que estuviera buscando nada; era que las cosas parecían entonar cantos de sirena a su paso. Paró la furgoneta unos cien metros más adelante. Mientras iba andando por el arcén, un viejo descapotable azul pasó atronando con el cláxon y sus ocupantes gritaron algo.Gilipollas, replicó él. Le había dado tiempo a reconocer las cabezas amelonadas de los gemelos de Silverio, el farmacéutico, y a ver el efecto de las carcajadas en sus caras de retrasados.Cada día más gilipollas.
Tildes en trashumancia
Hace 18 horas
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