miércoles, 11 de junio de 2008

Así somos cuando reímos (fragmento)


Siguiendo las indicaciones que le dieran en el único bar del pueblo, bajó bordeando el riachuelo y a dos quilómetros, más o menos, encontró, como le habían dicho, el vado improvisado con dos troncos medianos y unas traviesas que, saltaba a la vista, debían de ser los restos de un palé. Divisó al otro lado los abatidos muros y el maderamen chamuscado de un solitario caserío y a un costado, lo que había estado buscando: el viejo roble del que se había colgado su madre ocho años atrás. Pasó al otro lado pero no quiso avanzas más. Lo último que hubiera pensado era que no fuera a sentir nada especial. Sus pensamientos no destilaban emoción alguna. Se preguntó qué había venido a hacer allí. Mirando fijamente el roble sintió todo el absurdo de su decisión. ¿Quién le había mandado volar más de mil kilómetros para conocer el lugar y el árbol donde su madre se había quitado la vida?
Así somos cuando reímos (fragmento)

1 comentario:

Ar Lor dijo...

Excelente texto, Gavilán.Estoy seguro de que el autor, por lo bien que sabe expresarlo, conoce perfectamente esa sensación de vacío que provoca el regreso a un lugar, que sin embargo es emoción pura en el recuerdo.