miércoles, 11 de junio de 2008

El corazón de las tinieblas

Remontar aquel río era como volver a los inicios de la creación cuando la vegetación estalló sobre la faz de la tierra y los árboles se convirtieron en reyes. Una corriente vacía, un gran silencio, una selva impenetrable. El aire era caliente, denso, pesado, embriagador. No había ninguna alegría en el resplandor del sol. Aquel camino de agua corría desierto, en la penumbra de las grandes extensiones. En playas de arena plateada, los hipopótamos y los cocodrilos tomaban el sol lado a lado. Las aguas, al ensancharse, fluían a través de archipiélagos boscosos; era tan fácil perderse en aquel río como en un desierto, y tratando de encontrar el rumbo se chocaba todo el tiempo contra bancos de arena, hasta que uno llegaba a tener la sensación de estar embrujado, lejos de todas las cosas una vez conocidas..., en alguna parte..., lejos de todo, tal vez en otra existencia.
El corazón de las tinieblas
Joseph Conrad

1 comentario:

Ar Lor dijo...

"en alguna parte..., lejos de todo, tal vez en otra existencia", ¿y si fuera posible?