lunes, 23 de junio de 2008

Memorias de un nómada

Paul Bowles
En el templo de Hikkaduwa conocimos a un individuo que nos habló de la isla de Dodanduwa, una colina boscosa que se alzaba en una laguna, en la que unos monjes budistas habían fundado un santuario. Todos los días salían en barca a recorrer las aldeas pidiendo. Y regresaban con cuencos llenos de arroz, fruta y hortalizas (nunca con dinero, porque no les estaba permitido poseerlo y utilizarlo). Decidimos visitar el lugar. Nos llevaron en una lancha fuera borda. Desembarcamos en una costa muy sombreada y pedimos a los barqueros que volvieran a recogernos dos horas después. Arrancaron, no sin gritarnos antes un breve consejo: "Cuidado con las cobras". Pero el sendero era ancho y despejado; ninguna cobra podía acechar sin ser vista a una distancia prudencial. De pronto topamos con un monje vestido de túnica amarilla, que rastrillaba las hojas; nos llevó a dar una vuelta por la isla, diciéndonos que era mejor que fuéramos acompañados, porque las serpientes por alguna misteriosa razón reconocían a los monjes y jamás habían atacado a nadie en su presencia.
Memorias de un nómada
Paul Bowles

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