Volví por tierra a Grecia. El viaje fue largo. Tenía razones para pensar que aquella sería mi última gira oficial por Oriente, quería más que nunca verlo todo por mis propios ojos. Antioquía, donde me detuve algunas semanas, se me apareció bajo una nueva luz; ya no era tan sensible como antaño a los prestigios de los teatros, las fiestas, las delicias de los jardines de Dafné, el amontonamiento abigarrado de las multitudes. Advertía con mayor fuerza la eterna ligereza de aquel pueblo maldiciente y burlón, que me recordaba el de Alejandría, la necesidad de los pretendidos ejercicios intelectuales, el trivial despliegue de lujo de los ricos. Casi ninguno de aquellos notables comprendía la totalidad de mis programas de obras y reformas en Asia; se contentaban con aprovecharse de ellos para su ciudad, y sobre todo para su propio beneficio. Me encantaba la idea de trasladar la capital de la provincia a Esmirna o a Pérgamo, pero los defectos de Antioquía eran los de cualquier gran metrópolis; no hay ciudad de esa importancia que no los tenga. Mi repugnancia hacia la vida urbana me indujo a consagrarme aun más a las reformas agrarias; completé la larga y compleja reorganización de los dominios imperiales en Asia Menor, por lo cual los campesinos lograron mejoras y el Estado también. En Tracia fui a visitar Andrinópolis, donde los veteranos de las campañas dacias y sármatas se habían congregado atraídos por donaciones de tierras y reducciones de impuestos. Un plan análogo debería aplicarse en Antínoe.Hacía mucho que había concedido exenciones análogas a los médicos y profesores de todas partes, con la esperanza de favorecer el mantenimiento y desarrollo de una clase media seria e instruída. Conozco sus defectos, pero un Estado sólo se mantiene gracias a ella.
Traducción de Julio Cortázar
Traducción de Julio Cortázar
Memorias de Adriano
Marguerite Yourcenar
3 comentarios:
Marguerite Yourcenar escribe: "La verdadera tierra natal es aquella en donde por primera vez nos hemos visto de manera inteligente: mis primeras patrias han sido libros".
Los tiempos del emperador Adriano, nacido en Itálica (España), en el año 76 d.J.C., no parecen tan diferentes a los actuales; reformas agrarias, impuestos, corrupción, etc.
La traducción es de Julio Cortázar.
¡MARAVILLOSO! ¡Y qué foto!
Redondo, Higinio.
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