sábado, 21 de febrero de 2009

Escritos de un salvaje

Foto antigua. Muchacha tahitiana.
Dentro de dos días estaré en Nouméa, donde me recogerá un barco que me llevará a Tahití. He tenido una agradable y rápida travesía con un tiempo magnífico, hecho a propósito para mí. ¡Cuántos pasajeros extraordinarios te encuentras en estos viajes!

Hace ya veinte días que he llegado, y he visto tantas cosas nuevas que estoy totalmente turbado. Todavía necesitaré tiempo para poder hacer un buen cuadro. Voy metiéndome en el trabajo, estudiando cada día... Te escribo por la noche. Este silencio nocturno de Tahití es más extraño que todo lo demás. Solo existe aquí, sin un grito de pájaro que turbe el descanso. Aquí y allí, una gran hoja seca que cae; pero esto no puede considerarse un ruido; se parece más a un roce incorpóreo. Los indígenas se pasean a menudo por la noche, pero van descalzos y en silencio. Siempre este silencio. Comprendo muy bien cómo estos individuos se pueden pasar horas, días, sentados, sin pronunciar una palabra y contemplando el cielo con melancolía. Siento que todo esto pronto me invadirá, y en este momento me relajo extraordinariamente. (julio 1891, Tahití).

Escritos de un salvaje
Paul Gauguin

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