lunes, 16 de febrero de 2009

Un descenso interminable

Plutonia
Capítulo IX
UN DESCENSO INTERMINABLE
Por fin llegaron al otro lado de la muralla. En el último alto, Borovói encendió el infiernillo de alcohol del hipsómetro con la absoluta convicción de que señalaría lo mismo que delante del cinturón de hielos, es decir, unos novecientos metros bajo el nivel del mar. Pero cuando colocó el termómetro en el tubo, subió a 105°, luego a 110° y tampoco se detuvo allí.
- ¡Eh, eh! -gritó Borovói-. ¡Que se va a romper el cristal!
- ¿Qué ocurre? ¿Qué pasa? -preguntaron varias voces.
Todos habían acudido presurosos y se agrupaban en torno al aparato, colocado sobre un cajón.
- ¡Es una cosa inaudita, increíble! -exclamó Borovói con voz quebrada por la emoción-. En este maldito agujero el agua hierve a 120°.
- O sea que...
- O sea, que hemos descendido a un abismo por el cinturón de hielos. Así, al pronto, no puedo calcular siquiera a cuántos miles de metros bajo el nivel del mar corresponde esta temperatura de ebullición. Esperen, que vamos a verlo por las tablas.
Sentóse en su saco de dormir, extrajo del bolsillo el prontuario de las alturas, rebuscó en las tablas e hizo, unas operaciones al margen. Mientras tanto, sus campañeros iban acercándose uno a uno al aparato para convencerse de que, efectivamente, el termómetro marcaba 120° sobre cero. La columna de mercurio se había detenido en ese punto, y no cabía la menor duda.
Sólo el ligero borboteo del agua que hervía en el aparato rompía el silencio reinante entre los hombres, sobrecogidos por el asombro.
Al fin se escuchó un suspiro profundo de Borovói y estas palabras pronunciadas en tono solemne:
- Calculando por encima, la temperatura de 120° de ebullición corresponde a la altura negativa de cinco mil setecientos veinte metros.
- ¡No puede ser! ¿No se ha equivocado usted?
-- Pueden comprobarlo. Aquí están las tablas. En ellas, naturalmente, no figuran los datos de esta temperatura de ebullición, que nadie ha observado nunca fuera del laboratorio. Hay que hacer los cálculos aproximados.
Kashtánov verificó los cálculos y dijo:
- Es exacto. En estos dos días, trepando por los bloques de hielo, hemos descendido cuatro mil novecientos metros en una extensión de diez o doce kilómetros.
- ¡Y no nos hemos dado cuenta del descenso!
Plutonia
(Trad. Isabel Vicente)
(Preparado por Antonio Bravo)
V.Obruchev

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