jueves, 19 de marzo de 2009

Cazador en el alba

Retrato de Ayala y portada de Cazador en el alba (1930)
Cazador en el alba
I
Todos sabemos que es peligroso, en los días de nieve, acercarse demasiado al oso hambriento de la peletería. Todos hemos seguido alguna vez por la carretera el rastro de una serpiente, hasta encontrar un neumático de bicicleta muerto, estrangulado en el borde. Todos nos hemos conmovido un poco ante esos grandes osarios de bombillas eléctricas, ante esos montones de escombros, de latas vacías, de botellas rotas, donde hay también un ramo de flores mojado y un peine sin púas.
Pero no todos han visto los latidos del cielo furioso, espoleado por los erizos brillantes que clavan en sus ijares largas espinas; ni oído a los gallos aldeanos cuando tocan diana con las agrias trompetas de la Caballería española. No todo el mundo ha saboreado la carne rosa de las auroras boreales-tan parecida al jamón de Chicago-, ni ha galopado hacia los amplios horizontes de azufre, en cuyo límite se deshilachan madejas de humo...
Cazador en el alba
Francisco Ayala

1 comentario:

Higinio dijo...

Excelente entrada.Ayala ha sobrepasado el siglo de vida y sigue tan lúcido como a los veinte.