ESCILAAntes de ser un monstruo y un remolino, Escila era una ninfa, de quien se enamoró el dios Glauco. Este buscó el socorro de Circe, cuyo conocimiento de hierbas y de magias era famoso. Circe se prendó de él, pero como Glauco no olvidaba a Escila, envenenó las aguas de la fuente en que aquélla solía bañarse. Al primer contacto del agua, la parte inferior del cuerpo de Escila se convirtió en perros que ladraban. Doce pies la sostenían y se halló provista de seis cabezas, cada una con tres filas de dientes. Esta metamorfosis la aterró y se arrojó al estrecho que separa Italia de Sicilia. Los dioses la convirtieron en roca. Durante las tempestades, los navegantes oyen aún el rugido de las olas contra la roca.
Esta fábula está en las páginas de Homero, de Ovidio y de Pausanias.
(El Manual de zoología fantástica)
Jorge Luis Borges/Margarita Guerrero
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