viernes, 8 de mayo de 2009

Huecos negros en el espacio

Too Close to a Black Hole (Detalle). Fuente APOD 2002 September 8
A Brief History of Time
CHAPTER 6
BLACK HOLES
The term black hole is of very recent origin. It was coined in 1969 by the American scientist John Wheeler as a graphic description of an idea that goes back at least two hundred years, to a time when there were two theories about light: one, which Newton favored, was that it was composed of particles; the other was that it was made of waves. We now know that really both theories are correct. By the wave/particle duality of quantum mechanics, light can be regarded as both a wave and a particle. Under the theory that light is made up of waves, it was not clear how it would respond to gravity. But if light is composed of particles, one might expect them to be affected by gravity in the same way that cannonballs, rockets, and planets are. At first people thought that particles of light traveled infinitely fast, so gravity would not have been able to slow them down, but the discovery by Roemer that light travels at a finite speed meant that gravity might have an important effect.
On this assumption, a Cambridge don, John Michell, wrote a paper in 1783 in the Philosophical Transactions of the Royal Society of London in which he pointed out that a star that was sufficiently massive and compact would have such a strong gravitational field that light could not escape: any light emitted from the surface of the star would be dragged back by the star’s gravitational attraction before it could get very far. Michell suggested that there might be a large number of stars like this. Although we would not be able to see them because the light from them would not reach us, we would still feel their gravitational attraction. Such objects are what we now call black holes, because that is what they are: black voids in space.

Historia del Tiempo
Capítulo 6
Los Agujeros Negros
El término agujero negro tiene un origen muy reciente. Fue acuñado en 1969 por el científico norteamericano John Wheeler como la descripción gráfica de una idea que se remonta hacia atrás un mínimo de doscientos años, a una época en que había dos teorías sobre la luz: una, preferida por Newton, que suponía que la luz estaba compuesta por partículas, y la otra que asuma que estaba formada por ondas. Hoy en día, sabemos que ambas teorías son correctas. Debido a la dualidad onda/ corpúsculo de la mecánica cuántica, la luz puede ser considerada como una onda y como una partícula. En la teoría que la luz estaba formada por ondas, no quedaba claro como respondería ésta ante la gravedad. Pero si la luz estaba compuesta por partículas, se podría esperar que éstas fueran afectadas por la gravedad del mismo modo que lo son las balas, los cohetes y los planetas. Al principio, se pensaba que las partículas de luz viajaban con infinita rapidez, de forma que la gravedad no hubiera sido capaz de frenarías, pero el descubrimiento de Roemer que la luz viaja a una velocidad finita, significó el que la gravedad pudiera tener un efecto importante sobre la luz.
Bajo esta suposición, un catedrático de Cambridge, John Michell, escribió en 1783 un artículo en el Philosophical Transactions of the Royal Society of London en el que señalaba que una estrella que fuera suficientemente masiva y compacta tendría un campo gravitatorio tan intenso que la luz no podría escapar: la luz emitida desde la superficie de la estrella sería arrastrada de vuelta hacia el centro por la atracción gravitatoria de la estrella, antes que pudiera llegar muy lejos. Michell sugirió que podría haber un gran número de estrellas de este tipo. A pesar que no seríamos capaces de verlas porque su luz no nos alcanzaría, sí notaríamos su atracción gravitatoria. Estos objetos son los que hoy en día llamamos agujeros negros, ya que esto es precisamente lo que son: huecos negros en el espacio.
Historia del Tiempo
Stephen Hawking

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